Como humanos, hemos evolucionado a través de la cooperación para garantizar nuestra supervivencia. Pero en la actualidad, la independencia es algo que se valora y a lo que se aspira. Aunque ser adulto consiste en tomar las riendas de tu propia vida, la hiperindependencia ocurre cuando alguien lleva esto al extremo y se niega a sí mismo cualquier apoyo por parte de quienes le rodean. Aunque no se trata de un diagnóstico oficial, puede ser un problema puntual o convertirse en una estrategia vital inconsciente. Si quieres saber más al respecto y descubrir cómo superarla, ¡haz clic para seguir leyendo!
Ser capaz de valerse por uno mismo es uno de los pilares de la adultez, pero puede llegar un momento en el que querer hacerlo todo solo sea tóxico.
Tener un cierto sentido de la independencia está bien, pero al igual que ocurre con otras muchas cosas en esta vida, el problema está en el exceso. Cuando buscas activamente no depender de nadie, la hiperindependencia se vuelve el pan de cada día.
Cuando alguien se niega en redondo a pedir ayuda a los demás e insiste en hacerlo todo por su cuenta, significa que ya ha cruzado la línea de la hiperindependencia.
Cuando se necesita la ayuda y el apoyo de los demás pero no se pide, su falta puede ser terrible para la persona que padece hiperindependencia.
El desapego emocional y el rechazo a la intimidad pueden dificultar las relaciones interpersonales y, por ende, empeorar la salud mental.
Algunas personas hiperindependientes abarcan más proyectos de los que pueden gestionar hasta que se sienten desbordadas.
Si una persona hiperindependiente tiene pareja, probablemente le costará bajar la guardia y abrirse por completo.
Las personas hiperindependientes prefieren callarse las cosas para que los demás no usen esa información en su contra.
Su preocupación constante por sentirse traicionados o decepcionados por los demás significa que la hiperindependencia ha mermado su confianza en las otras personas.
Para quienes padecen hiperindependencia, mantener relaciones de amor y amistad es difícil debido a que les cuesta abrirse.
Si perciben que otra persona depende de ellos, es probable que acaben sintiendo rechazo e incluso resentimiento hacia ella.
Nuestro cerebro está programado para sobrevivir a situaciones estresantes. Cuando vivimos una experiencia traumática, este activa los mecanismos de defensa del cuerpo conocidos como respuestas de supervivencia.
Los cuidados inconstantes, el maltrato o la negligencia vividos durante la infancia pueden hacer que el niño lidie con la situación desarrollando hiperindependencia, ya que aprende a no poder contar con nadie más que consigo mismo.
El abandono o la pérdida de un ser querido también pueden dar pie a la hiperindependencia. Los sentimientos que provocan estas situaciones pueden llevar a una persona a comportarse así para protegerse.
Tal vez de pequeño tenías todas tus necesidades básicas cubiertas, pero todo lo demás dependía de ti. Los adultos no estaban presentes para ayudarte con los deberes, hablar contigo o preguntarte por tus intereses, por lo que al final siempre estabas solo.
Si los niños se acostumbran a ejercer de mediadores o confidentes de sus padres, suelen crecer sin saber lo que es tener el apoyo de sus cuidadores. Asimismo, puede que piense que su valor reside en lo que pueden hacer por los demás.
Algunas personas hiperindependientes pueden creer que pedir ayuda o recibir apoyo es inaceptable porque se las educó para que pensaran así. Esta creencia puede incluso hacerles creer que no merecen respaldo social.
Si alguien ha vivido experiencias traumáticas, tal vez tenga miedo de volver a abrirse a las otras personas. El dolor y la traición pueden ser motivos de mucho peso para que alguien prefiera lidiar con sus problemas en solitario.
Las personas con trastorno de estrés postraumático pueden caer en la hiperindependencia por querer evitar a toda costa la posibilidad de sufrir daño físico o emocional.
En algunas culturas y sociedades, el individualismo y la autosuficiencia son dos cualidades muy valoradas. Si el depender de los demás se ve como una debilidad, puede que algunas personas decidan no pedir nunca ayuda.
Depender demasiado de uno mismo puede afectar a las relaciones con los demás hasta el punto de derivar en aislamiento. Esto, a su vez, hace que la soledad y la falta de apoyo mermen la salud mental.
Cuando las personas son hiperindependientes, les cuesta delegar en los demás. Esto significa que asumen demasiadas responsabilidades y que acaban agotadas, estresadas y quemadas.
Sin conexiones significativas, las personas podrían refugiarse en relaciones superficiales carentes de confianza y profundidad emocional que las retengan en un círculo vicioso de desapego.
Reconocer que este comportamiento es una respuesta al trauma y el resultado de una situación injusta y estresante es el primer paso para cerrar heridas y superar la hiperindependencia.
Aunque no es un diagnóstico formal, un psicólogo puede ayudarte a lidiar con tus problemas y enseñarte estrategias que hagan la diferencia en tu día a día. Un terapeuta especializado en traumas puede ser conveniente de cara al tratamiento.
Haz de tu salud física y mental una prioridad. Comer bien, dormir varias horas, hacer ejercicio y practicar técnicas de autocuidado como la meditación, el descanso y la respiración profunda puede ayudarte a regular el sistema nervioso y a encauzar tus pensamientos.
Las relaciones significativas requieren tiempo y esfuerzo. Priorizarlas significa abrirse a la posibilidad tanto de recibir como de dar apoyo, lo que puede ayudarte a sentar una base sólida sobre la que ir construyendo.
En las relaciones codependientes, la persona hiperindependiente puede llegar a sentir que carga con el peso de la relación y, por lo tanto, acabar guardándole rencor a su pareja. También puede acabar asumiendo más responsabilidades de las que puede gestionar para no decepcionar a la otra persona, por lo que lo mejor es evitar este tipo de relaciones.
Ser capaz de hacer algo y acceder a hacerlo son dos cosas diferentes. Aprende a discernir entre las responsabilidades que puedes asumir y las que no para no sobrecargarte.
Una vez hayas dicho que no, aprende a delegar en los demás. Cederles el control es difícil al principio, pero se va volviendo más fácil con el tiempo.
Conectar con otras personas forma parte de la naturaleza humana. Pasar tiempo con tus seres queridos y apoyaros los unos a los otros son cosas sanas en las que puedes trabajar con ayuda de un psicólogo.
Fuentes: (Verywell Mind) (ChoosingTherapy.com) (Declutter The Mind) (Well+Good) (HuffPost)
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Hiperindependencia: qué es y cómo superarla
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ESTILO DE VIDA Trauma
Como humanos, hemos evolucionado a través de la cooperación para garantizar nuestra supervivencia. Pero en la actualidad, la independencia es algo que se valora y a lo que se aspira. Aunque ser adulto consiste en tomar las riendas de tu propia vida, la hiperindependencia ocurre cuando alguien lleva esto al extremo y se niega a sí mismo cualquier apoyo por parte de quienes le rodean. Aunque no se trata de un diagnóstico oficial, puede ser un problema puntual o convertirse en una estrategia vital inconsciente. Si quieres saber más al respecto y descubrir cómo superarla, ¡haz clic para seguir leyendo!