¡Lleva usándose siglos!
Lo que para la mayoría de nosotros no es más que una pesadilla, para Serguéi Prokópiev, Dimitri Petelin y Frank Rubio fue una realidad. Los tres cosmonautas protagonizaron una misión espacial a bordo de la nave Soyuz MS-22 en 2022. Cuando la cápsula sufrió el impacto de un meteoro, se produjo una fuga y los tres astronautas quedaron varados en la órbita terrestre.
Afortunadamente, los tres regresaron sanos y salvos a la Tierra con la nave Soyuz MS-23 tras unos 371 días en espacio. Aunque estaban seguros dentro de la cabina presurizada, ¿qué les habría pasado si se hubiesen quedado a la deriva sin una nave que los protegiese?
Por suerte, ningún astronauta ha tenido que vivir semejante escenario en sus carnes. Bruce McCandless fue el primero en dar un "paseo" sin sujeción el 7 de febrero de 1984.
McCandless llegó a estar a 97 metros de distancia del transbordador espacial Challenger. Usó propulsores de gas nitrógeno para desplazarse, paró a sacar una foto y después regresó a la nave sano y salvo.
La mayoría de accidentes mortales protagonizados por astronautas han tenido lugar durante el despegue, el regreso a la Tierra u otras fases de las misiones espaciales. Tan solo se han registrado tres muertes en el espacio más allá de la línea de Kármán.
La línea de Kármán es el límite que separa la atmósfera terrestre del espacio exterior. Se encuentra a entre 80 y 100 km sobre el nivel medio del mar.
En 1971, los cosmonautas soviéticos Gueorgui Dobrovolski, Víktor Patsáyev y Vladislav Vólkov murieron cuando la Soyuz 11 sufrió una avería al desacoplarse de la Salyut 1 por encima de la línea de Kármán. Una válvula se abrió, exponiéndolos al vacío del espacio y a la falta de oxígeno. Los cuerpos se recuperaron del interior de la nave tras al aterrizaje.
Si alguien se perdiese en el espacio, la cantidad de tiempo que tendría para sobrevivir dependería de si lleva traje espacial o no.
Los trajes espaciales proporcionan la presión, el oxígeno y el calor que el cuerpo necesita. Los tanques de oxígeno dan un margen de entre 6,5 y 8,5 horas antes de que necesiten rellenarse.
Si un astronauta se pierde en el espacio con el traje puesto y se queda sin oxígeno, acabaría muriendo de hipoxia, una condición que afecta al cuerpo cuando este se ve privado de oxígeno.
Si un astronauta se perdiese en el espacio, no pudiese regresar y no llevase traje, moriría en cuestión de un minuto, unos 50 segundos después de perder la consciencia.
El cuerpo quedaría expuesto al vacío del espacio, a la ausencia de atmósfera y a las temperaturas extremas.
A presiones más bajas, los fluidos también hierven a temperaturas mucho más bajas que en la Tierra. Dado que el 60% del cuerpo humano es agua, las consecuencias para cualquier astronauta que se perdiese en el espacio serían terribles.
Una falta de presión atmosférica se traduciría en que el oxígeno disuelto en la sangre empezaría a escaparse y dejaría de llegar al cerebro. La pérdida de consciencia ocurriría al cabo de unos 10 o 15 segundos.
Todo el aire se succionaría de los pulmones. Aunque intentar contener la respiración durante el mayor tiempo posible pueda parecer la mejor opción, el aire no tardaría en expandirse y en reventar los pulmones.
Las temperaturas en el espacio son extremas: muy frías a la sombra de los objetos y muy calientes a la luz directa del Sol. En la Luna, las temperaturas oscilan entre los 120°C y los –120°C.
En la Tierra, la descomposición empieza casi inmediatamente tras la muerte. La sangre se estanca debido a la gravedad en un proceso conocido como livor mortis, mientras que los músculos sufren el famoso rigor mortis. Por su parte, las bacterias y enzimas comienzan a digerir los tejidos blandos del cuerpo.
En el espacio, este proceso no se produciría, ya que sin gravedad, la sangre no se acumula. Asimismo, la falta de oxígeno impide la actividad bacteriana. En función de la temperatura, el cuerpo podría congelarse o secarse hasta adquirir una consistencia similar a la de la cecina.
Las películas sobre el espacio a menudo presentan la idea de que los cuerpos explotan debido a la falta de presión en el vacío. Sin embargo, la NASA realizó varios experimentos en los años 60 con perros, chimpancés y ardillas y ninguno de ellos explotó.
Un astronauta perdido en el espacio estaría expuesto a los rayos cósmicos (radiación) y los vientos solares (partículas cargadas emitidas por el Sol). Sin un traje espacial, dicha exposición sería mortal.
Un astronauta perdido en el espacio acabaría por chocarse con basura espacial o con micrometeoros (partículas diminutas de piedra o polvo) que viajan a alta velocidad.
Si la muerte ocurriese en la órbita de la Tierra, el cuerpo probablemente permanecería ahí al igual que cualquier otro objeto. Si el astronauta se perdiese más allá de la órbita terrestre, su cuerpo acabaría por abandonar el sistema solar o por ser atraído por la gravedad de otro planeta.
Si el cuerpo estuviese dentro de un traje espacial, la descomposición tan solo duraría lo mismo que el oxígeno. El última instancia, el cuerpo acabaría vagando por la inmensidad del espacio durante millones de años.
Con el tiempo, un cuerpo perdido en el espacio podría volver a la atmósfera, en cuyo caso ardería debido al calor y la fricción tan intensos que se producen durante la entrada atmosférica.
Aunque no hay ningún protocolo oficial para saber cómo lidiar con una muerte súbita en la Estación Espacial Internacional, mantener el cuerpo dentro del traje en un lugar frío eliminaría el riesgo biológico.
En 2005, la NASA encargó el estudio de un diseño bautizado como "Body Back" en el que se emplea una técnica llamada promación, la cual consiste en congelar un cuerpo exponiéndolo a temperaturas extremadamente bajas y a una vibración que lo convierte en polvo, haciendo que sea más fácil de almacenar y de transportar en el espacio.
Si esta técnica no fuese viable, la tripulación podría arrojar el cuerpo al vacío. Aunque la ONU tiene reglas acerca de la basura espacial, es posible que estas no se apliquen a los restos humanos.
Fuentes: (News Week) (Space) (Howstuffworks) (BBC)
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